lunes, 25 de octubre de 2010

26 de lluvia

Cómo contenerme de ese afán de gotas de sal, si sigues dando pasos en la lluvia, afuera, las gotas caen y se azotan, desarmándose, caen y se azotan, como queriendo escapar a toda prisa un cielo que ha volcado sus mares a una tempestad sedienta de ver llover y ver caer gotas, desde lo alto y a toda prisa, reventar otra vez y ver llover, y ver llover, tú en cambio miras desde los semáforos, eres esa sombra que siempre se escurre entre los pliegues que dibujan esos arboles, cuando llueve, me borras casi con paciencia, con esos toques de tango, y así, de pronto me elevas en un aire de pétalos mojados, de humedad, de morado en la ceniza. Sobrevuelas un ir y venir de pájaros que escriben en las paredes, que observan el cielo que llueve, y dejan caer suaves las palabras, una a una, grandes frases que revientan como gotas rojas en las mejillas, y desarman sobretodo las pupilas, cómo, y cae una a una, revienta, y tú escribes en una ventana empañada con un papelito, un redondo gris, y un hombre pasa y mira el circulo del sol, se asombra, que ha salido el gris, y las las niñas apresuran su marcha y salen a buscar y la lluvia ha compuesto todo, los parque se llenan de cemento y establecimientos comerciales con flores dentro, en los estacionamientos los animales hacen fiesta y la luna descansa sobre la pálida hamaca que dibuja el mar, todo se ha volcado hacia los cursos de la lluvia, todos han cedido, pero tu aún sigues indescriptible, misterio de invierno, implacable certeza.

miércoles, 20 de octubre de 2010

No me parece ya nada peculiar encontrarme de pronto al seco de una esquina con más perros mugrientos, cómplices de una melodía melopea y vagabunda, como quien patea piedras para encontrar en algún tirón su otra cara, ese anhelo de sombras nuestras escondidas en cualquier sitio, como esos pasajes de barro entre aceras, el alquitrán; me abro paso entre el tumulto de los fantasmas y soy como otro perro apenas despierto al mordaz cosquilleo de los oficinistas, me despierto de nuevo del ensueño casi en el asombro y lavo la cara con mis sobras del ayer, para después la toalla y el jabón, ese rito histérico. Salgo a la calle y de nuevo los perros, el alquitrán en las veredas, los autos y los giros y los giros...

miércoles, 11 de agosto de 2010

11 Agosto

Se me hacen un mar las horas,
se me hace eterno el paisaje,
se me mueren niños a cada minuto ahogados,
ahora mismo por ejemplo: no sé bien,
si caigo o sobrevivo, si estoy muerto o alucinado,
como aferrado a un péndulo infinito y desolador.

Ahora si,
te digo amor,
y siento que trago humo,
grandes ciudades contaminadas hasta la inmundicia
por la incontenible fiebre humana,
siento que camino sobre un hilo
con cien universos de fondo,
que hay una habitación
atestada de teléfonos y sólo
en uno estás tú,
cómo te explico,
si las paredes me gritan tu nombre en todas partes,
si los diccionarios están vacíos de tanto llorar,
si en mi calle, los perros trepan hasta la luna
para ladrarme desde lejos,
¿Me entiendes?
yo siempre lo supe y sin embargo,
no fui yo quien te buscó, amor,
alguien con más corazón,
que diseñaba castillos eternos,
con el solo sustento de unos ojos.
Ahora la lluvia cae, las páginas se endurecen
y lastiman, todo el mar se esconde tras mi ventana,
tienes que venir a verlo...

domingo, 1 de agosto de 2010

V

Cinco,
como la edad de los niños cuando aprenden las mentiras,
cuando quiebran su simple lógica, blanda.

Cinco como los puntos cardinales,
el último se me perdió, hoy, ayer, quién sabe hace cuanto tiempo,
por eso no te podría encontrar, por eso la madrugada me volvió loco.

Este debería ser un punto final, el último punto final,
el único punto final, pero tal vez no soy yo querida.
Sé que me voy a quedar siempre con esas dos páginas
rotas por la mitad, cuánto podría caber allí,
cuánto de irracional guardaban estos ojos, cuánto.

Sé que me voy a quedar con esa media hora acechante en la memoria,
con esos perros ladrando a lo lejos, con esa nieve en los zapatos,
con esa esquina, esa rosa, ese papel sangrado,
la desesperación la entienden los desesperados,
las lágrimas, los versos.

Ahora me marcho,
creo haber oído direcciones,
cientos de kilómetros a lo lejos,
no quiero llegar tarde, no otra vez.

IV

El desamparo
como una maquinaria irremediable,
como una escalera al revés.

Abajo está al muerte ¿ la oyes ?

Viene corriendo y yo no aprendo a subir.

Tal vez soy su hijo cobarde, tal vez por eso la nostalgia innata,
tal vez no es tan malo.

III

El impaciente
la rueda de la fortuna,
los idiotas que se lastiman el alma,
por no comprender que para subir al cielo
hay que comprar el barro.

Que no es tan ancho el universo como parece,
que es más angosto y más, que cabría en mi habitación,
si me sentara un boca abajo.

Que los cantos no llenan los oídos, que los ojos no abrazan el alma para quedarse.
he aprendido tantas cosas, he aprendido que sufrir es un arte,
diminuto y vital, preciso para quien puede caer al fondo y volver intacto,
mortal para quien se olvida que abajo no hay señalética ni direcciones.

"Desgarrar la poesía en una lágrima para encontrarte a ti"

Y hoy esa lágrima me ha abierto un agujero en el pecho,
me ha dejado desnudo, con sentido mínimo de cualquier cosa.

Las sombras me abruman, me hacen parte de su fiesta,
creo que me quiero quedar,
creo que me quiero quedar...

II

Ya no te espero,
ya no busco tu mano invisible en la sombra,
ya no creo en el amor, ni en las manos de la gente,
ni en los hermanos verdaderos, ni en el silencio.

Hoy he bebido café a las seis de la mañana
y he tenido miedo, hoy me despedí de mi rostro blando,
de mi espada celosa, de mi sentencia torpe.
Hoy he descubierto gatos arañando muros,
tan cerca de mi ventana, tan oscura es la noche.
Tan fácil es hacer daño y tan difícil escribir
sobre los labios de cualquier otro, juzgar
para tener derecho, condenar y olvidarse
de las veinticuatro horas, de los siete días de la semana,
de los treinta del mes, de Agosto, de Septiembre, de Octubre, de Noviembre, de Diciembre,
supongo que aquí me detengo, para escupir al cielo y marcharme lejos.

Hay un árbol que guardó un pétalo negro en una flor,
ahora ese pétalo también es su hijo.